¿Cómo reconocer Depredadores Emocionales?
En general nos cuesta reconocer cualquier forma de abusador, porque el/ella mismo/a se aplica en usar todas sus estrategias para confundir a sus presas… a tal punto que vive también embebido/a por esta estrategia, mimetizado/a en medio de sus propias mentiras.
Pero con algo de tiempo empezamos a darnos cuenta que algo anda mal: ya sea por una prosperidad que tarda demasiado en llegar, o por agotamiento, por tener la impresión de estar constantemente en presión, o por desgarrarse en medio de conflictos y culpas... De a poco sale el grano a la superficie: Hay un tema de abuso, que se insinuó en nuestra vida.
¿Chupan Energía?
En el concepto popular, se suele hablar de vampiros energéticos… aquí me parece atinado darte una primera devolución desde la mirada de Medicina de Sistemas: no son ellos que te “chupan energía”. Este proceso de transferencia directa e invisible -como si fuese alguna forma de electricidad- no existe sin contacto corporal. El efecto de “vaciamiento energético” es una experiencia física a partir de bloqueos y desvíos emocionales en uno mismo. Estos ocurren a partir de los códigos recibidos – o interpretados, y no son absolutos, sino relativos: es decir que desde el momento preciso en el que uno se da cuenta del mecanismo de desgaste en uno, se puede desactivar y uno puede percibir que la Energía todavía está.
Por ejemplo:
Una amiga te cuenta con tono irónico que no le alcanza la plata que recibe de la cuota alimentaria. La ironía es un código, y según tu modo de decodificarlo, te puede afectar o no: Si piensas que se refiere a ella y su marido, no te afecta, pero si supones que te está diciendo de modo indirecto que TU defendiste a su marido en su momento, o que TU deberías darle plata, te involucra. Ahora estás frente a un dilema: Si lo aclaras, arriesgas, hasta la amistad… pero, si te quedas con supuestos, al menos se verán otra vez haciendo “como si nada”. Aclarando, tú te pones en un lugar transparente, firme, y lo más probable es que esta persona se encargará de hacerte dudar de tu posición sana, desacreditando cualquier elemento de tu decisión, hasta quizás convirtiéndote en la causa de todos los problemas de su mundo imaginario. Es decir que estás jaque mate: no puedes estar bien al aclarar, ni tampoco si no aclaras. La única opción es el desapego emocional de la persona que te pone en tal situación… y al hacerlo, te darás cuenta -en el mismo minuto- que toda tu energía sigue circulando en ti.
Supuestos
La manipulación trabaja por lo general a través de supuestos. La comunicación que recibes parece ser el contenido importante, pero en realidad es el transportador, la “mula” o la “excusa” para hacer pasar la información codificada hacia ti.
Todos los códigos se generan desde la posición -real o simulada- de quienes los envían, y con destino hacia la posición de quienes los reciben, siempre con algún objetivo desestabilizador.
En detalle, desde el ejemplo anterior: Tu amiga está en posición de niña herida porque hubiese querido algo de ti y no lo recibió… te habla en códigos de ironía para que entiendas, pero siendo lo suficientemente difusa en su mensaje para poder decirte (de todos modos) que te equivocas en tu interpretación, caso que le venga bien. Es por así decir su reserva “comodín” de argumentos en contra de los posibles tuyos. Mientras tanto, tú te desestabilizas en tu posición como amiga, o en tu imagen propia de un ser humano que quiere ser impecable, pensando que -quizás- habrás hecho algo mal. Ella conoce muy bien tu modo de reacción, y a este modo está apuntando la estrategia perversa. (“per”-“versa”: significa girando La presentación de los hecho siempre del lado que le conviene al victimario) Por ejemplo: si logra activar tu culpabilidad espontánea, generando dilemas en ti como desde un control remoto, su satisfacción será completa, y en ella se generará una suerte de auto valoración por haberlo logrado.
Exageración
“Por las dudas”, el manipulador cultiva el aroma del “no pasó nada” o “no fue tan así! o “no fue tan grave como lo dices”. Es decir que, aunque todo sea más que evidente a la primera vista, su postura aparentemente despreocupada te hace dudar en tu percepción. De repente te hace sentir que exageras la importancia y que te puedes equivocar, convirtiéndote en un posible injusto.
Sostenerse cómodamente en el mundo turbio de las meta-comunicaciones sin resolver es una posición estratégica del manipulador. Exagerando de un lado ciertos aspectos, disminuyendo otros, cambia completamente el panorama, a tal punto que de repente las victimas (reales) de su estrategia parecen ser las culposas, descaradas, exageradoras, inmorales, etc.… y si hace falta, se les plantea alguna acusación más, sobre algo que nunca nadie podrá saber la verdad, pero al menos son unas dudas más. Se puede usar el “nunca me dijo nada”, el “siempre le tuve que pagar algo para que me permita…” o el “siempre me amenazaba si lo iba a decir a alguien”, le aporta picante, porque si a final logra una ira suficiente en su víctima, logrará grabarla, o demostrarles a terceros que es “realmente” amenazante…
Compensación hasta la prostitución
El depredador emocional es una persona tan carente de reconocimiento, que genera de modo sistemático alguna situación de compensación en su entorno. Puede que “sobreviva” instantes de soledad inevitables rodeándose de animales, o de recuerditos fotográficos, para bañar en la ilusión de estar rodeada de afectos, o en el recuerdo de haber estado rodeada de gente que la reconocían en algún momento de su vida. Estos elementos son “puentes emocionales”.
Sostener la posibilidad de nutrirse del tiempo, del afecto, de la valoración de otros, significa “prostituirse” a cambio de estos valores, y construir su vida en base a mentiras. Esto es otra frase que necesita su propia aclaración.
El “otro” (en este caso ¡eres tú!) es una persona libre, con el mismo derecho a la autodeterminación y la felicidad que cualquier persona. Para el depredador, el “otro” (otra vez, ¡eres tú!) es su nutriente (nada mas, ¡lo siento!), y tu libertad le molesta, porque solo percibe el infinito de vacíos y de deseos girando alrededor de su propio ombligo. Paradójicamente, “por delante” hará todo lo posible para que tu creas que TUS derechos son lo que más le importa… El/ella simula bien lo que querrás oír y ver, y de a poco logra que te entregues, que termines confiándole a él/ella todo lo que buscaba obtener: un vínculo de confianza tejido de tu lado desde la sinceridad, mientras que el otro lado es una pura ilusión construida a medida para ti, desde el cálculo de probabilidades al conocer tus patrones de proyección y clarificación. Es más: el/ella va EXIGIR que tu seas muy sincero/a con ella, porque te asegura serlo el/ella “también” (Pacto de confianza trucho)
Por ejemplo: si el Manipulador escucha alguna vez entre muchas otras cosas, algo como “¡Qué crueldad! Nunca dejaría Yo a un perrito enfermo en la calle”, es probable que te invite algún día a ir a su casa, aludiendo a que no tiene dinero para viajar hacia ti, y que quiere que veas al gatito que encontró… Ya pasó el mensaje de un modo indirecto hacia tu mente: “no tengo plata, ayúdame a llevar al gato al veterinario, ya que tienes auto y plata, no puedes dejarlo así… seguramente vas a pagar con gusto, y de paso ya que estamos allá me puedes llevar con el auto a hacer un trámite…”. Sutilmente, usa una virtud tuya para exponerte a una situación en la que -según tu ética- no podrás escapar, sino estarías en un dilema de coherencia con aquello que dijiste, y no quieres perder a tu amiga por haberla decepcionado…
¡Tanto trabajo tiene el depredador!… imagínate la cantidad de información cruzada que debe sostener ¡para lograr que sus mentiras parezcan verosímiles frente a cualquier situación de confrontación! Debe asegurarse con falsas pruebas hechas para prevenir encuentros aclaradores, lograr que cada uno de sus “confidentes” le sea lo suficientemente fiel como para no ventilar la información confidencial que contó sobre su otro confidente… lograr captar la atención de todos sobre ciertos puntos y escapar de la atención en otros aspectos, simular situaciones de victima para conmover, e invertir constantemente para lograr coordinar tus tiempos, prioridades, y hasta tus pensamientos, mejor que los suyos… convivir en permanencia con asuntos sin resolver, etc., es decir que el per-versor vocacional está vendiendo su vida para lograr un poquito de afecto, a cualquier precio… esto es prostitución, sin juicio para quienes lo hacen como trabajo libre y transparente.
En términos religiosos se pude hablar de “haber vendido su alma al Diablo” … porque Dia-bolo tiene su raíz en la disociación (“Dia”= dos, “bolo” se refiere a “partes”). O sea que una persona partida en dos (La visible maneja las ilusiones para compensar la invisible, que está con su realidad carente) genera constantemente disociaciones en su exterior, en forma de malentendidos, de desencuentros, de falsa información, de dudas y supuestos, y múltiples otras formas.
Camuflaje
Uno se imagina a un depredador como un monstruo del Jurrasic Parc, o como un ave grande con ojos de águila, una bestia de la noche…. Si bien tiene paralelos como su voracidad insaciable al estilo PacMan, y el hecho que genera desorientación para sus víctimas camuflándose detrás de la imagen que quieres ver en él/ella, el depredador emocional suele presentarse en la sociedad de modo a que uno perciba todo lo contrario: Será quizás sonriente, "atento" (aunque se sienta como "demasiado"), simulando ser sumamente servicial (hasta el mismo lo cree), y se quedará constantemente al borde equivocado de los límtes (Hablando demasiado, o teniendo horas de conversas telefónicas, o generando una sensación de acoso, como "pegajosa"...) Y si lo percibes, el/ella hará todo para que piensas que te estás equivocando. Es por ello que elegi una imagen de tiburón: no para asustar sin sentido, ni para que juzgues a nadie, sino para que uno pueda percibir mejor esta segunda realidad oculta, pues la absoluta falta de percepción del tiburón respecto al daño que hace a sus presas es escalofriante. Apunto a que te puedas posicionar en un lugar más preservado, desde la firmeza que brinda la claridad.
El depredador emocional busca invadir las barreras y estimular la compasión de su entorno de un modo tan sutil que parecería que no tiene nada que ver con él. Por ejemplo viene a traerte un regalito insignificante para saber si estás y que le abras tu puerta, y a partir de este momento maneja tus acciones: Primero no puedes no abrir la puerta, ya que se trata un regalo. Luego no puedes decirle que “no” sin mentir, porque justo necesita ir al baño, luego tienes que ofrecerle un té, escucharlo, y por “todas las cosas injustas que le están pasando” te quedas con sensación de culpa si te va bien a ti, y de maldad por si le decís ahora que se vaya… y termina saludando a tus hijos, dándoles algún secretito para que ellos mismos te pidan que se quede a comer… luego te agradece TANTO, exageradamente, como para romperte el corazón otra vez, de piedad, y ponerte orgulloso de haber ayudado a una persona que tanto te ama y solidariza contigo que te quedas con la impresión estar con un aliado fiel…
Luego de unas cuadras, el depredador encuentra a tu amiga. Según lo que le conviene, va contar todo, para que esta amiga vaya a decirte lo contenta que la vio (sirve de refuerzo por si dudarías de ella), y de este modo puede reservarse la próxima entrada a la comida gratuita de mediodía de la semana siguiente en tu casa. Todo suma para un depredador. O puede ser que pase lo contrario: si tu amiga es la que puede darle posibles aportes emocionales, financieros o nutritivos más importantes, le va a contar que “apenas la saludaste”, que “tuvo que pedirte de rodillas para que le des un rato de tu tiempo y algo de comer”, que -cuando nadie está mirando- tu eres una fiera que no se puede creer… (solidarizando con tu amiga sobre un secreto en tu contra) pero que no te diga nada porque quiere seguir siendo amiga de tus (pobres) hijos, que deben convivir contigo y sufrir tanto…
Así, como un camaleón de palabras, el depredador socava sus terrenos, sembrando dudas y pseudoargumentos en cada rincón de su tierra autoprometida.
Un imán para los manipuladores
Hay personas que tienen un detector infalible para dejarse atraer por depredadores, y además suelen no salir de su influencia nefasta… Ojalá no sea tu caso… porque podría ser que también seas un depredador, sin saberlo.
¿Por qué?
Una persona libre no se deja encerrar por un manipulador. Es nuestra falta de libertad que nos auto condena a QUEDARNOS en medio del sufrimiento, de la media-realización y del compromiso demasiado caro. Y la razón principal por la que nos quedamos en falta de libertad es que mendigamos alguna forma de afecto, o de compensación de afecto. (Plata, bienes, contacto con nieto, o en forma más distorsionada: venganza, que sería “resarcimiento por afecto no recibido”)
Muchas personas se quedan en pareja toxica por estas razones, sin darse cuenta que son depredadoras con cara sonriente.
Así que, si uno se queda sufriendo sin apoderarse de su libertad, es probable que sea una situación dictada por una carencia afectiva, y que uno esté desarrollando o practicando el arte de la depredación emocional. Quedan otras opciones, como la de Mandato, aunque… ¿Qué razón hay para sostener el mandato, si no es aquella de solidarizar con alguien en el sistema?… por carencia de afecto, o por afecto herido, no correspondido…
Esta situación de perpetuación de sufrimiento en el curso de la vida es un punto muy delicado que vale la pena desenredar para encontrar las verdaderas razones y salir de la mentira.
Victimización, parte central del juego
Un depredador no puede pensar sin el componente de la victimización en medio de su panorama, siendo el concepto de (in)justicia tan central, porque le sirve de muñeca simbólica destinada a simular una supuesta ética. En otro término, el está activando en ti la parte justiciera para que te unas emocionalmente a lo “justo”, que por supuesto debe terminar siendo él/ella.
La justicia está percibida de modo muy distinta según si se define desde los hechos, o desde alguna emoción vinculada al mismo hecho.
Una víctima declarada se pone por así decir en “terreno inmune” para estar analizada y juzgada, ya que es pobre víctima, y cualquier cosa que se te ocurra como por ejemplo “¿Qué hiciste tu para llegar a esto?” o “te acuerdas de que no querías pagarle…” suena como una agresión más, es decir que te convierte a ti en sospechoso de ser un victimario injusto.
Contagio
Así que nunca falta el ingrediente de victimización, y lo que parece, es en realidad una pantalla que esconde lo contrario. ¿Te resuena en tu mente a algunas personas cercanas que conociste? Observa que es una patología que tiene una afinidad obligada con la depresión, y la psicopatía, y que tiene su capacidad de contagiar a otras personas, grupos, equipos, y organizaciones laborales.
Quienes elijan rodearse de depredadores emocionales no suelen hacerlo por voluntad propia, sino que en realidad empieza con que no pueden decirles que NO y ponerles límites desde el inicio. Y una vez instalados en su sistema de vida, menos aún pueden decirles que NO, porque son “inexpulsables” sin que arrastren gran parte de tus amigos o familiares en tu contra, convirtiéndote a ti en un supuesto monstruo.
Es decir que de tener una sola persona así en tu grupo, tendrás un contagio constante y seguro a lo largo de años… pues hay una cosa lamentable y segura: ¡el depredador nunca se prestará a una verdadera introspección! sin pasar primero por una depresión tan profunda que a todos puede asustar. La razón es fácil de entender: Cualquier introspección genera un estrés gigante en la selva de autoengaños y mentiras que sostiene. La mente se vuelve confusa para los procesos de limpieza y de oscurecimiento que chocan entre sí, y el impulso introspectivo solo queda como una frase sabia, nada más.
Al desenredar la red de mentiras, el depredador se ve expuesto frente a la envergadura de su autoengaño, y se odia, se desprecia, asocia esta caída de velo con un lógico distanciamiento de TODOS sus nutrientes (es decir “amigos”), además se da cuenta que no fue amigo/a, sino que jugaba a serlo, pero sin sentirse merecedor/a… se da cuenta que toda su vida se basa en mentiras sin sostén, y la brecha está abierta al abismo de la autoestima.
Por ello, nunca esperes a que este sincero/a en su introspección.
Una tragedia para todos, con severos desafíos
Ser depredador es estar queriendo vivir una vida rodeada de afectos sin limites de cantidad ni de tiempo, sin poder vivirla. Es un estado de compensación constante de un suicidio encubierto, por no aceptar la realidad de un dolor sostenido en las memorias de un afecto herido. Es una tragedia tanto para la persona como para su entorno, porque cualquier intento de confrontación está muy cerca de un gran peligro de enfermar.
Uno quiere ayudar, pero no podrás hacerlo. Porque todo lo que haces, termina siendo parte de un mecanismo de sostén de autoengaño… Lo más dramático es que la única forma de contribuir a un cambio está en el NO-participar de la mentira. Y esto es una prueba dura como sociedad, porque uno tiene que asumir que esta persona no tiene otro camino que el sendero oscuro de su depresión, y que este camino está al borde de un precipicio, al que no podemos acercarnos.
Es decir que, para ayudar tenemos que arriesgar: a que camine a través de los valles de la limpieza. Si lo hace con sinceridad, puede haber una salida. Pero la probabilidad es pequeña que sea real, pues casi seguro será un nuevo capítulo de engaños, aunque más blandos, que lograrán reconquistar el mundo de las apariencias.
Lo que lees no es para desalentar al depredador en su proceso, sino para estimular a quienes los acompañan en el camino a estar atentos al poder de la ilusión, que llega a ser una maestría en estas personas que dedicaron su vida en camuflarse.
Como psiquiatra, me encantaría poder darles una píldora mágica de la claridad, y que pudieran atravesar su valle de la depresión en pocas horas hacia un reposicionamiento radical (significa “desde la raíz”) y sostenerlo. Pero el atractivo de las costumbres fija las posiciones en las huellas de su propia memoria, y la realidad es que pocos se convierten en “encontradores”, capaces de sostener lo nuevo con firmeza y aprecio.
Si fuese posible trabajar con límites sanos para que aprenda, sería maravilloso… pero de hecho el depredador no ve los límites como algo sano, sino que los asocia con el rechazo y el desprecio, así que se dedicara a distorsionarlos, romperlos, descalificarlos, y a ofenderse frente a ellos, siempre que estos límites se refieren a el/ella. Quienes no respetan límites están siempre de alguna manera en una suerte de limbo inseguro, y buscan compensación, que sea sin límites: de afecto, de comida, de tiempo al teléfono, de cantidad de amigos en Facebook u otra manera. Esta necesidad los convierte de alguna manera en personas con posición de parasitismo, y frecuentemente tendrán que luchar con temas de parasitosis, candidiasis u obesidad, una lucha que tampoco logran vencer, porque es espejo de lo primero.
Algunos se dedican a hablar demasiado y constantemente, de modo a dominar cualquier espacio de diálogo, y así manipular, anestesiar y redireccionar cualquier conversación lo más lejos posible de alguna situación que pudiera confrontarlos con introspección real. Terminan abusando del tiempo de los demás para contar historias sobre gente, sin importar si son reales o no.
En descodificación de Medicina de Sistemas, se trata de un grave trastorno depresivo asociativo, es decir que la persona afectada se ha convertido -probablemente de por vida- en un mensajero de un abuso sistémico grave (con o sin componente sexual) en su sistema familiar de origen, siendo como un embudo sin fin, un “agujero negro” para su entorno. Por sostenerse a través de manotazos de ahogado hacia su entorno, inhibe o sabotea el crecimiento del mismo. Resulta ser una persona constantemente expulsada o “integrada solo por el deber”, que repite de este mismo modo una y otra vez su propia versión de vivencia de exclusión/soledad traumática, instalando sus ganchos -que lo quiera conscientemente o no- aun en el entorno más sano, e impidiéndose a si misma a que la gente la pueda integrar en forma de pro-actividad evolutiva. Lo más grave, es que no logra sanar sin un pase peligroso (auto-destructivo) por la reconciliación con la soledad, y que no deja lugar a nadie para una ayuda pro-activa, ya que cada ayuda está impidiendo su confrontación con la aceptación de la soledad.
Por supuesto, como en todas las tematicas psiquiatricas hay diversos grados en esta patología, que describí aquí en su grado máximo para fomentar tu capacidad para reconocerla. Un grado menor no merece el término de depredador, sino de dependencia emocional. Esta forma menor está muy frecuente, y quizás hasta un poquito en cada uno de nosotros, siendo parte del desafío de aplicar nuestra espiritualidad, por ejemplo al aprender a dar sin contar con alguna remuneración emocional directa.
El "depredador en uno" puede también estar en estado latente, escondido detrás de capas de códigos sociales e inhibiciones, hasta que venga una situación estimulante o desinhibidora, por ejemplo la posibilidad de usar las fallas del sistema judicial, o el hecho de sufrir bajo las mismas durante un divorcio, o cuando se acentua el "deseo de embarazo" hasta la locura en una persona / pareja que sufre un tema de infertilidad, o también en medio de la locura desesperante que surge en uno al darle pie a los celos. Esto nos indica que el depredador en uno es un circuito neuronal programado por la naturaleza animal de nuestro cerebro, mientras que el responsable que tiene la libertad de manejar esta parte animal, es el SER, en el aquí ahora, esta parte sin carencias ni deseos (por existir en el ahora, no puede existir deseo) que muchos nombran como la parte realmente humana, o divina.
Dónde está entonces la diferencia entre el "real" depredador y el depredador ocasional o latente? En el manejo de su posición. Quienes están manejados por memorias, emociones y reflejos, están lejos de dominar y estabilizar su animalito de un modo sano... y quienes están con el animalito latente, dormido, tienen mucho más libertad de acción, pudiendo tomar decisiones y posicionarse como guardianes de los códigos de convivencia pro-activos, y si quieren trabajar en su propia evolución, pueden vivir cada día más cerca de la plenitud que se siente en el centro de los centros del ahora. Quizás este párrafo sea el más dificil para entender para muchos lectores.
Si estás con tal persona en tu entorno: A nivel personal, quizás no te costará tanto sostener algún contacto que se vaya alivianando mediante excusas -ya que el depredador no soporta sinceridad- pero sé MUY atento a que no sea parte de tu grupo de trabajo, porque esto no tiene salida saludable, sino involutiva, dolorosa o improductiva.
Si eres un depredador: Serlo no es "ser mala persona" sino estar muy mal posicionado, en medio de una memoria de carencia de la infancia. La solución se encuentra en un reposicionamiento real: Ten en cuenta que la solución está en la aceptación de la soledad, y el descubrimiento de tu integridad en medio de ella, pudiendo empezar tu una nueva vida sin mentiras ni adicción desde el día que termina la carencia y sus consecuencias de abuso que haces -aun sin querer o reconocerlo- con la gente de tu entorno. Juzgarte es la peor opción, y un eterno desgaste para tus chances de rehabilitación. Date una oportunidad. Lo mejor que puedas hacer es algo como caminar dos mil kilómetros a solas, tipo camino de Santiago. Pero a solas, por lo menos la primera vez, y sin dispersarte en hablar o en comunicarte por las redes sociales. La velocidad no importa, sino el tiempo sostenido contigo mismo/a. Y verás que no es una condena, sino que resulta de memorias e ilusiones, y que tiene cura.
Es la realidad.
Es dura, y aunque moleste, no se puede inventar otra, sin perder la coherencia en la introspección. Mi tarea es ayudar a todos para que puedan ver… y la tarea del lector es encontrar la posición correcta para permitir el goce de un crecimiento sostenido en lo personal como en el propio sistema de convivencia o laboral. La tarea del depredador es algo diferente, y es salir A SOLAS con mucha determinación de este embudo que se apropió de su infancia y que lo convirtió en la cruz de su vida, una cruz que ha generado un ecosistema alrededor de una gran ira por el tema nunca aceptado de su soledad.
Nota: El texto se refiere en igual manera a hombres como a mujeres, aunque no use siempre ambos géneros por razones de fluidez lingüística
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