Para todas las madres

Ser madre es una oportunidad para dejar de ser niña, dejar de buscar al hombre perfecto, o de querer ser demasiado perfecta, dejar de anteponer las mil cosas que uno quiere hacer, dejar muchos caprichos personales, dejar conflictos que ya no sirvieron, es dejar atrás muchas cosas, dependencias e ilusiones, y entrar en un reinado: Desde ahora eres la reina nutridora, protectora de un territorio, TU territorio elegido, como mujer, como cuidadora, y -ojala- pudiendo compartir de modo pro-activo y pacífico este reinado con el padre de esta criatura.

Volverse madre es un incio que marca nuevas libertades y obligaciones, que te pone en el puesto de honor, aquel de cuidar a la vida con toda tu dedicación. Es un puesto que te pone muy arriba, justo antes de llegar a ser diosa.

Tambien - y es importante que lo sepas - es un puesto adictivo, que además tiene la particularidad de nunca más terminar... adictivo porque puede distraerte de otras tareas tuyas para tu vida, y algunas madres se dedican de modo tan intenso a esto,  que se olvidan de vivir algo para sí mismas, y que para ellas la maternidad termina convirtiéndose en una suerte de droga, de remedio antidepresivo. Es entonces que la maternidad puede transformarse de modo sutil y casi imperceptible en la excusa para no vivir tus sueños, o para quedarte dentro de memorias de obligaciones de tu infancia, y la crianza se transforma sin querer en un objeto de adicción, de culto, o de control.

En fín, la maternidad es el cielo de los dioses a milimetros de la cárcel de la adicción, y esto segun tu conciencia, tu acompañamiento, o tu claridad a la hora de expresar tus necesidades como mujer.

La madre perfecta no nace perfecta, sino que se va perfeccionando a lo largo de los desafíos, que nunca faltan en la maternidad!, y aprende a descubrir "lo justo" en cada etapa de su maternidad.

Si bien está perfecto saber posponerse en los primeros meses para poder disfrutarlos, es también perfecto saber recuperar sus prioridades como mujer, esposa, o persona con vida laboral propia, en cada etapa que acompaña el crecimiento del niño. Recuperalas es permitirle a tu hijo(a) que tenga un permiso de vivir su vida como persona libre, sin que tenga la impresión de cargar con la responsabilidad por cada cambio de estado de tu felicidad. 

Ser madre, si bien nunca termina, se debería celebrar soltando, una por una, las ataduras desde los mandatos familiares, desde la propia infancia, y luego aquellas que se crean como lazos fuertes alrededor de la hormonalidad del puerperio. Es entonces, que si sabes soltar exactamente lo correcto, en cada momento, que serás recompensada con un amor incondicional, un reconocimiento profundo por haber sabido, además de nutrir y criar, preparar tu hijo para la vida, y finalmente por haber tenido la grandeza de dejarlo vivir su experiencia, sin enviarlo nunca algun reproche por sentirte sola contigo misma.

Si apuntas a ser esta madre sabia, serás feliz de haber vivido el proceso que transfiere la vida hasta su cumplimiento completo, sin embargo habiendo recuperado elementos claves para cumplir también tus otros sueños.

Feliz día de la madre, de la madrina, de la abuela, y de la diosa compañera de la vida!