El problema no está en los hijos
Es en uno mismo como padres que se suelen encontrar las trabas. Y las peores están tan bien escondidas que no las vemos, a tal punto que uno puede estar hartísimo de convivir y desear con todo fervor que se -por fín- la hija o el hijo se vaya de casa, pero todavía tener la traba en uno muy activa.
Quien no tiene trabas (respectivamente temas anímicos, miedos y proyecciones) independiza sus hijos desde el primer momento en que hayan aprendido a caminar. Es una larguísima introducción durante todos sus años de desarrollo para que sepan afrontar los desafíos de la vida: Lo que inicia como una simbiosis hijo(a)/padres se transforma poco a poco en padrinazgo de jóvenes que hacen su vida, con total naturalidad.
Pero estas cosas escondidas en nuestro interior ("subconsciente") hacen por ejemplo que nos enfermamos cuando el hijo se va al campamento, dejándole -sin querer- la impresión culposa de haber abandonado a sus padres, o hacen que uno se despide con demasiadas lágrimas en el momento en que se va de viaje, o de novio(a). Las señales son múltiples, son estas pequeñas cosas que hacen pasar el mensaje sin que tomemos nota: el repetitivo "cuídate", el exceso de vianda o de dinero que uno pone en su mochila sin que lo sepa, la manera en la que uno habla de la soledad, y, ante todo, las pruebas contundentes frente a ellos: Estoy viviendo MI vida, de verdad? Tengo una actividad que me hace feliz, un hobby que me hace crecer, o solo aguanto el paso de los años, con un jefe que me denigra, haciendo un trabajo que no quiero, y mucho menos pago de lo que debería?
Como esperar que los hijos hagan su vida, si no conseguimos ordenar y vivir la nuestra con completud?
El reflejo más lógico de un hijo es compartir la vida familiar "para estar", "para ayudar", "para salvar a sus padres", etc.
Mientras tanto, el joven acostumbrado a cuidar la fragilidad de sus padres está mirando atrás, intentando ocuparse de aquello que sus padres no pueden, y no mira lo suficiente hacia adelante. O al revés: está enojado por no haber podido sentir crecer sus alas, por tanto sobrecuidado que recibió (malcriado), ablandado hasta quizás haberse vuelto vago.
Además, estará trayendo en sí la mayoría de los miedos no afrontados de sus padres, lo que transforma la vida civil en una verdadera amenaza.
... pero para los hijos, también pasa de modo subconsciente. Mientras tanto, la única manera de sobrevivir para ellos, es aparentando. Pueden aparentar ser fuertes, decididos, buena onda, pero en el interior, hay un vacío no lleno: es el de ver sus padres completos y felices primero, y haber vivido con fuerza el crecimiento de su preparación para afrontar los desafíos de la vida desde la identificación.
Así nos deja golpeado el conjunto de culpas que uno no quiere, pero sostiene, comparte... hasta algún día transformarlas en humus.
Padres: Haganse el placer de vivir cosas que nunca vivieron! Encuentran posiciones que nunca sostuvieron, sean feliz, sean ejemplo, y en un cerrar de ojos, ellos vuelan.