Los miedos tienen mil formas, pero un solo fondo común. Este fondo en común es la impotencia que resulta de la desconexión de tu poder.
Apoderándote desde quien eres, estando fiel tanto a tu esencia como a tu proyecto de vida, logras vencer los miedos.
Justo dónde está el miedo, está el camino que te lleva a aquello que uno tiene que vencer. Es decir que panmeditando en medio o frente a aquello que te generaba miedo, logras reconectarte con esta vivencia de fuerza, y el miedo desvanece.
Las píldoras anxiolíticas, si bien ayudan a no percibir miedo en nuestras sensaciones físicas, nos llevan a estar en realidad en la posición opuesta: al no percibir más un miedo que no fue afrontado, no significa que "no está", sino que posponemos el enfrentamiento, la hermosa experiencia de empoderamiento. Es solo cuestión de cuanto tiempo más.
Al final, en el último tramo de nuestra vida, uno se preguntará por qué habremos pospuesto la vida y la afirmación de nuestro camino durante tantos años, habiéndonos perdido de esta manera los mejores momentos más deseados sin poder recuperarlos nunca.
Todos tenemos que aprender a superar los límites que nos imponen nuestros miedos si queremos experimentar aquello que más queremos: VIVIR, plenamente.
La plenitud no viene del azar, sino por la suma de estos desafíos pequeños que hemos podido vencer, día por día.
Es un camino hacia el HUMANO completo, adulto y responsable, y una despedida del humano pequeño, niño y dependiente de un entorno en el que se proyectan todos los males.
Un hermoso camino, que nos convierte en referentes.